sábado, 7 de junio de 2008

¿Hace más calor o soy yo? (II)


Cambio Climático y Pobreza


Los países en desarrollo son los que históricamente menos contribuyeron al cambio climático.
Pero es allí donde sus consecuencias se hacen sentir con mayor fuerza, afectando a actividades tradicionales como la agricultura, la pesca, el turismo, la provisión de agua y energía. Esto a su vez, provoca la reaparición y agravamiento de enfermedades epidémicas y migraciones en masa que generan tensiones económicas y sociales.

A diferencia de la mitigación, que es una tarea más bien global (en el sentido de que no importa en qué país se reducen las emisiones, dado que su efecto es a nivel de la atmósfera), el enfoque de la adaptación es mucho más focalizado y depende de los gobiernos y empresas locales.

Las estrategias serán diferentes para cada región dentro de un mismo país. Pero al mismo tiempo, existen tecnologías y conocimientos que se pueden transferir de una nación a otra.“La repartición equitativa de los costos es el corazón del debate sobre la adaptación al cambio climático”, destaca el compromiso firmado en el Foro de legisladores realizado en Brasilia (del que, dicho sea de paso, no participó ningún representante argentino). En él se aclara que “la adaptación al cambio climático sólo será posible en la medida en que los países industrializados se comprometan a aportar recursos”.

Hasta ahora, lo único que existe es un Fondo de Adaptación, creado bajo el Protocolo de Kyoto y sus Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), dentro de los cuales se enmarca la negociación de Bonos de Carbono, o Certificados de Reducción de Emisiones (CERs). La idea es que las empresas y gobiernos de los países que figuran en el Anexo 1 del Protocolo de Kyoto (las naciones más industrializadas) puedan reducir emisiones en aquellos países donde el costo de hacerlo es menor, y obtener los CERs. A su vez, el mecanismo sirve para transferir tecnologías “limpias” hacia los países No Anexo 1 (los emergentes o en vías de desarrollo).

Las Naciones Unidas estiman que este Fondo, que se alimenta con un porcentaje de las transacciones en el llamado “Mercado de Carbono”, cuenta con u$s 36 millones. Según las proyecciones más optimistas, alcanzará una cifra de entre u$s 80 y u$s 300 millones entre este año y 2012, con lo que apenas alcanzaría a cubrir el 1% de los costos de adaptación.

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